Wednesday, February 21, 2007

 
HOY PLATIQUÉ CON MI GALLO...

Nunca había asistido a un palenque y todo lo que ello conlleva, pude presenciar por primera vez en mi vida una pelea de gallos; ambos animales tienen una magestuosidad en su plumaje que en momentos pareciera un volcán erizado, el rojo vivo y el amarillo encendido demuestran la casta del valiente macho. En torno al ritual de la pelea pareciera que el honor es lo más importante; cuál armadura, los animales son previstos de espolones, navajas curveadas atadas a sus patas, al primer descuido la sangre empieza a correr, el plumaje se ve cansado, para muchos éste acto, enciende la alegría, cada vez hay mucha más sangre, el agotamiento es más evidente y habrá que soplar fuertemente sobre la cabeza del gallo para revivirlo, uno de los dos tiene que morir para dar paso al júbilo, las manos ensangrentadas del entrenador son muestra reluciente de orgullo una y otra vez cuando carga a su gallo para volver a soplar, tapar su herida con su propia pata y regresar a matar o morir. Al fin termina la pelea para dar paso a los abrazos y a las risas de los ganadores quienes bien tuvieron la fortuna de apostar al vencedor.
Mientras miro a la gente tan feliz que acaba de ganar, no puedo comprender por que hay veces que el dolor de "algo" que vive, sí algo, eso quedó demostrado, cómo nos puede ser tan ajeno y podemos disfrazar de fiesta, de "arte", de entretenimiento, de lo que mejor nos convenga sólo para sentirnos mejor y justificar nuestra estupidez.

Después de ese mal momento y para reivindicar el costo de mi boleto, apareció al centro del minicoliseo sureño, La Emperatriz del Despecho, (La Reina, lleva por nombre Francisca por todos conocida como Paquita) ella curaría cientos de almas, fe-me-ni-nas, enfurecidas, dolidas, embargadas por la tristeza y porque no? el placer de cantar con tan digna representante, pareciera que los hombres ahí reunidos fueran desapareciendo, nadie sabe que paso con ellos... la primer canción dedicada a: El estúpido, engreído, vanidoso, vil enano que no tiene corazón.
Por cierto! justo a mi lado estaba un hombre sentado con las piernas tan abiertas incluso abarcando mi espacio como si tuviera al centro un par de sandías que lo obligaran a estar en esa posición; pero al ver la catarsis de cada una de las mujeres que ahí nos encontrabamos, poco a poco fue cerrando sus piernitas hasta tener las dos rodillas juntas en donde calentaba sus dos manos, tiempo después también desapareció. Para finalizar La Emperatriz pidió más luz al escenario dijo que no podía ver bien, y buscaba y buscaba algo en el suelo, sólo en el suelo, hasta que dijo: Ah! ahí estas..."Te pareces tanto a mí que no puedes engañaaaaaaaarme..."


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